Director:
Julián Plana

Colaboradores:
Véase Página de Firmas

Producción:
Tarsis.net
La originalidad y la intención de Ortega no están en la primera parte de la frase, la anterior a la coma, sino en la posterior a esa coma.
De hecho, yo soy yo y mi circunstancia, que es una referencia al Ideen de Husserl, publicado meses antes (Ich bin ich und meine Umwelt), puede ser una sentencia disculpatoria: yo soy yo pero, claro, está también mi circunstancia...
Sin embargo, la frase completa de nuestro pensador nos obliga a la acción y nos hace responsables del resultado.
Y, para colmo, ...

Mingote se nos va

Uno de los deliciosos detalles de los últimos términos de sus viñetas.

 

…Y a nosotros, ahora que nos ocurren tantas cosas, no se nos ocurre casi nada.

 

JP

 

Primera Página

Democracia

SEGUNDA VUELTA

Andalucía, Asturias, municipios, Grecia...

 

No podemos pretender que nuestra Democracia sea perfecta. Ninguna lo es.

Es famoso el aforismo atribuido a varios prohombres (Churchill, Gladstone…) “La Democracia es el peor de todos los sistemas políticos, si exceptuamos todos los demás”.

Pero nos producen cierta envidia algunas importantes características de otras democracias. Por ejemplo:

Las circunscripciones británicas, que hacen que la representación empiece desde abajo y se vote a personas ya conocidas por su trayectoria política. Así, resulta banal el falso debate sobre las “listas” fabricadas en los sanedrines de los partidos, que si abiertas o cerradas; parece ser que el abrirlas en Italia representó sólo un dos por ciento de variación; da casi igual, si es que no conoces a nadie. En las elecciones de 1936, al final de la segunda república española, se dice que Ortega y Gasset votó con la papeleta del Frente Popular, en la que había tachado todos los nombres excepto el de Julián Besteiro.

La libertad real de voto de cada representante del pueblo en las cámaras británica y estadounidense.

Menciono países conocidos por los casos, lo que no quiere decir que no ocurra en otros, afortunadamente para sus pueblos.

O la segunda vuelta de las elecciones francesas para la presidencia y la Asamblea Nacional (y de las de muchos otros países; incluido Portugal para las presidenciales, lo que nos hace los raros de la vecindad), en la que sólo se votan los dos candidatos o partidos más votados en la primera. Como se acercan las elecciones francesas para la Asamblea, le sugiero que siga atentamente su dinámica.

EN QUÉ PODRÍA CONSISTIR EN ESPAÑA

Aplicada a la situación dada en Andalucía y Asturias, donde ningún partido ha obtenido la mayoría absoluta, para la segunda vuelta dejaría de poderse votar a todos los partidos excepto, pues, a los dos más votados en la primera.

Ya  sé que esto que voy a imaginar no es exactamente lo que sucede en Francia, pero sería lo más aceptable en España, en mi humilde opinión: entre una y otra vuelta, los partidos negociarían; por ejemplo, es de suponer que en las listas del PSOE se incluirían candidatos de Izquierda Unida y que el programa que se sometiera a los votantes sería también concertado. Los votantes de IU en la primera vuelta es de suponer que votarían por estas listas en la segunda; claro que votantes, digamos, “centristas”, del PSOE podrían votar al PP, si se sintieran mas acordes con su programa que con el nuevo, el conjunto. 

VENTAJAS

No se daría el caso, casi inmoral, de que no gobernara el partido más votado, al fin, por el pueblo.

Los programas cobrarían mucho mayor protagonismo.

INCONVENIENTES

El principio de la copa dañada

El costo de unas nuevas elecciones. Claro que no serían como las de la primera vuelta y, además, parece que eso de los mitines-baños-de-multitudes (con sus equipos de sonido, autocares, bocadillos, gorritas, banderitas, etc.), así como la publicidad exterior (que, en cualquier caso, digamos que valdría la de la primera vuelta), son cosas que están en retroceso en el actual mundo de las comunicaciones sociales.

PERO ES QUE SI NO HAY SEGUNDA VUELTA…

Puede no gobernar la lista más votada y, además, con un programa sobrevenido que ni sus votantes habían votado. Y perdonen ustedes la redundancia, pero es que el concepto de votación lo merece. ¿Qué, si no? Dicen que es «legítimo» y «constitucional» y no digo yo que no; pero en una escala del 1 al 10 en Democracia, ¿que nota le da usted?

Recordemos el caso aun más enrevesado del «tripartito» catalán.

Y los famosos transfuguismos, a uno u otro precio; especialmente en corporaciones municipales. Vergonzosos, ¿no?

Insisto en que no es el único problema de nuestra democracia, pero quizá sea el más acuciante. En esto, tendríamos que atenernos al procedimiento de la vieja copa dañada. Empecemos por las grietas más profundas y el nivel democrático subirá; es bueno pero evidentemente no tan útil empezar por las superficiales.

 JP

 

Primera Página

Serie

IMAGINAR EUROPA, I


Introducción y Primeros Años

No es preciso que lean esta introducción…

Porque es, simplemente, la pequeña historia de este texto, que primero fue conferencia, luego artículo en una revista científica y ahora, con algunas correcciones de puesta al día, serie en Circunstancia.net.

1. Como conferencia, inauguró el ciclo 85-86 de la AIPEC, Asociación Internacional para el Estudio del Consumo, el 22 de octubre de 1985. Se tituló entonces La Redefinición de Europa y la Tecnología de la Creatividad.

Los temas y conferenciantes del resto del ciclo, que tuvo lugar en el Salón de Actos del Banco de Bilbao, en Madrid, y estuvo dedicado a la integración de España en la –entonces– CEE, fueron: don Francisco Robert, Presidente de Nixdorf Computer España, La Informática como instrumento de agrupación europea; don Luis Ángel Lerena Guinea, Director del Servicio de Estudios del Banco de Bilbao, La Banca Española frente al Mercado Común; don Jesús Landa Garamendi, Secretario General de Babcock Wilcox Española, El Sector de Bienes de Equipo ante la integración en la Comunidad Económica Europea; don Fernando Falcó, Presidente del Real Automóvil Club de España, El conductor y la asistencia en carretera; don Ignacio Bayón Mariné, Presidente de Espasa Calpe, La Industria Cultural ante la CEE; don Modesto Piñeiro Ceballos, Director General de Piñeiro y Cia., Turismo por vía marítima; y don José Manuel Matéu de Ros, Presidente de Altos Hornos del Mediterráneo, La Calidad, una necesidad para la integración en Europa.

2. En marzo de 1999, su transcripción fue publicada en la revista de la Sociedad Española de Estudios de la Comunicación Iberoamericana, SEECI, decana de las revistas electrónicas universitarias españolas; editada por el Departamento CAP II de la Facultad de CC.II. de la U. Complutense de Madrid, la Facultad de Educación y Humanidades de la U. de la Frontera (Chile), CONCILIUM, Grupo de Investigación Oficial de la Universidad Complutense de Madrid, y la propia SEECI. El título siguió siendo el original y se añadieron, por los editores, los preliminares acostumbrados (el largo entrecomillado):

“La redefinición de Europa y la tecnología de la creatividad / Redefining Europe and the technology of creativity.

Julián Plana Pujol. Universidad Complutense de Madrid. Madrid (España). [email protected] Licenciado y doctorando en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense. Profesor honorífico y Director del Seminario de Creatividad Social en la UCM. Profesor Invitado en la Cátedra de Proyectos de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales (UPM).

Resumen. Europa puede ser entendida, como dijera Metternich de Italia, como una expresión geográfica o como una patria común de los europeos. Cuando se viaja por ella, se pueden percibir elementos de unión (y también, por qué no decirlo, de desunión) que deben prevalecer a la hora de construir el futuro de la Patria, convertida en tierra no “de los padres” sino de los hijos. La creatividad con sus amplias herramientas y recursos ha de ponerse al servicio de la inteligentzia para conseguir cementar las tendencias disgregadoras que acechan a este proyecto común, que en breve poseerá una moneda única.

Abstract. Europe can be understood, as Metternich said of Italy, as a geographical expression or a common European home. When traveling along it, you can perceive fasteners (and, why not to say, also of disunity) that should prevail when building the future of the Fatherland, land of parents and, above all, children. Creativity, with extensive tools and resources, has to be of service to the intelligentsia to get cement the divisive tendencies that threaten this joint project, which will soon possess a single currency. 

Palabras clave: Creatividad – Europa – Ideas – Cultura europea. Key words: Creativity Europe Ideas European Culture

3. Posteriormente, el autor se adhirió entusiásticamente al actual movimiento cultural en contra de lo llamado genéricamente sesquipedalia; es decir en contra de la tendencia a las palabras más largas de lo necesario. Especialmente “tecnología”, término que tiene su limitada misión para expresar la metatécnica, pero que es utilizada tranquilamente en vez de Técnica. Hay que dar gracias a Ron Hubbard que, al fundar la Cienciología, recuerdo perfectamente que no originalmente como religión, nos salvó del mismo abuso respecto a Ciencia.

Sin embargo, se ha permitido resignarse a la profusión de negritas, cursivas e iniciales mayúsculas, destinadas inicialmente a ayudarle a leer expresivamente la conferencia.

El título, pues, ha cambiado. También se han hecho correcciones mínimas, justificadas por los años y los acontecimientos.

Aquí sí empieza:

 

1. Bruselas, 1954. «Jusque l’ action!»

Durante el verano de 1954 llovió mucho en toda Europa o me lo pareció a mí. Lo digo porque la recorrí en gran parte, en una de las primeras vespas verdes; y con la única protección de una de aquellas “trincheras”, que quizás usted recuerde: se llamaban «comando», también eran verdes pero no precisamente muy impermeables.

Como estaba previsto, en agosto llegamos a Bruselas, aquellos tres jóvenes catalanes, y nos encaminamos al camping «Europa Unida», situado en una zona de viviendas unifamiliares con cuidados jardines-huertos, de la que acabó por ser dulcemente expulsado en 1967 por la irresistible y dulce presión del creciente valor del terreno.

No era, como ya sabíamos, un “camping” convencional, ni siquiera para aquellos años. Un mástil realmente muy alto ofrecía al viento la bandera de la E verde y la U blanca desde la que se desprendía en vertical un empavesado en el que se alineaban, en orden alfabético, pequeñas banderas de los países de los reunidos-acampados. No estaba ni tenían nuestra bandera; pero al día siguiente sí estaba allí, en su lugar entre las otras, confeccionada al amanecer por unas chicas que nos tuvieron que preguntar cómo era. Sin duda al amanecer, porque aquélla y todas las noches nos acostábamos muy tarde, después de horas alrededor de una fogata, si por casualidad no llovía, o en el abigarrado chalet, que todavía pude hacer conocer a mi mujer, trece años más tarde y pocos días antes de que se desmantelara para siempre. Era una construcción de madera atestada de recuerdos y obsequios; con unas butacas producto no exactamente de lo que llamamos bricolaje, sino de una especie de artesanía barroca y libre, inexplicablemente seguras y muy cómodas.

Por cierto, el 67 la bandera era ya la de las doce estrellas en circunferencia (cuya curiosa pequeña historia no me atrevo a desvelar aquí). La del fondo verde recortado en «E» por la «U» horizontal blanca se decía que eran los calzoncillos de Churchill puestos a secar sobre una pradera. Se hubiera dicho que ese mal chiste era todo el homenaje popular que merecía el político del cigarro puro y los dedos en V, por la Batalla de Inglaterra en el 40 y su famoso discurso de Septiembre del 46 en Zürich, instando a la integración europea.

¿En que idioma hablábamos? Quizá preferentemente en francés; algunos alemanes e ingleses y, sólo muy tímidamente nosotros, utilizábamos el latín; también el inglés… ¡Todos! Es curioso pero no recuerdo que se sintiera la necesidad de una lengua común, ni esto era tema de conversación. Nos entendíamos. Tampoco recuerdo, y creo que nunca supe, las ideas políticas, con siglas, de los demás. Ni ellos, las nuestras. Europa, Europa, nos parecía una buena idea.

En Bruselas era la Grande Kermesse y pasábamos a veces parte de la tarde en el brillantísimo y enorme recinto de las atracciones, pero invariablemente nos amanecía imaginando Europa. Por ejemplo, manteníamos discusiones densísimas incluso sobre la futura sede de la capital: Hamburgo o Lübeck, Estrasburgo, Viena, sobre todo Praga… Nosotros proponíamos Lisboa, proyectando nuestra vieja idea federalista y periférica (y nuestra frustración y nuestras especulaciones de historia-ficción sobre una España renacentista con Lisboa como capital).

El día que seguimos viaje llovía masivamente, pero nos esperaban, en Amsterdam y Otterloo, Vermeer, Rembrand, Van Gogh, Mondrian,.. Salieron todos de sus tiendas para ayudarnos y despedirnos. Nunca podré olvidar a un alemán altísimo y fornido, el tamaño de cuyas botas era una de nuestras admiraciones por él, vestido sólo con una especie de poncho de hule y aquellas botas, con el cabello chorreándole sobre los ojos, que mientras nos alejábamos agitaba su gran mano y gritaba en su francés bárbaro: «Jusque l’action!”, «¡Hasta la acción!».

«Nacionalismo europeo”, sí. Todo nacionalismo es una adolescencia. Nacionalismo integrador, de formación.

Los corazones debían hacer humear nuestras ropas mojadas, mientras con el rostro brillante de lágrimas y de lluvia nos encaminábamos a Holanda, otro pequeño país de nuestra gran nación.

2. Los primeros años

Siguieron los años cincuenta. Budapest. Llegaron aquellos sesenta. Praga.

Budapest, 1956

El 67 fue el año de “El desafío americano” de Servan-Schreiber y el año antes del Mayo; de «el poder de la imaginación» a «la imaginación al poder”. Cuando el miedo se estaba apoderando nuevamente de la Europa entre los dos gigantes, y todos pedíamos de una u otra forma imaginación, aun antes de notar llegar a los japoneses (y los chinos, más tarde).

Carteles de mayo del 68 en París

La «crisis del petróleo»; la crisis, en definitiva, acabados los «milagros». Entre tanto, el Muro, la OTAN y el Pacto de Varsovia, «Occidente» (que nosotros creíamos que era un mito sólo «aquí y entonces»).

Praga, 1968

Nos consolábamos pensando que también la Revolución necesitó medio siglo de Enciclopedia; o que en la biografía de André Citroën se cuenta que un día estaba enseñando su fábrica a un grupo de visitantes y uno le preguntó en cuánto tiempo se ensamblaba un coche; Citroën respondió que habían llegado a terminar uno en 23 minutos y se oyó una voz en el grupo que decía «ése debe ser el mío, porque…».

Pero lo cierto es que Europa no cesaba de acercarse, desde los últimos cuarenta.

Salvador de Madariaga e Indalecio Prieto nos representaron (lo doloroso fue que ambos eran —se decía así; ni siquiera el provisional “estaban”— exiliados) en la formación del Consejo de Europa.

El 50, Robert Schumann había presentado el plan germano-francés «abierto a los otros países europeos y en asociación con las Naciones Unidas», que iniciaba la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. Cinco años nada más después del fin de la Guerra, nada menos que el carbón y el acero, y Francia y Alemania. De morir por el Ruhr, ¡a vivir, a convivir en Europa!

Pero la Asamblea Francesa, a cuya cercanía habíamos acudido aquel verano del 54 para saludar la paz en Indochina (desgraciadamente para nuestras espaldas al mismo tiempo que otros grupos con otras intenciones, motos más potentes y unas cadenas) había rechazado el proyecto de una Comunidad “política”. Por lo que el genio, los genes europeos tuvieron que afirmarse en el flanco económico. El 25 de marzo de 1957, en Roma, se firma la Comunidad Económica Europea; el 58, la CECA resiste un fuerte momento crítico…

En cualquier caso, se había «despegado» y cada vez más uníamos nuestras miradas en el mismo sector, aun impreciso, del horizonte.

Es preciso, pues, rendir homenaje a la llamada «Europa de los Mercaderes».

Además, donde no hay beneficios parece haber «maleficios» y me temo que donde no existe la competencia florece la incompetencia. Lo que no quiere decir que éste sea un continente de toneladas de mantequilla sino la nación de unos millones de seres humanos que, por otra parte, consumimos cada vez menos mantequilla.

JP

 

(Continuará)

 

Primera Página

Retrovisiones

Esta primavera en las dehesas del Tajo y otra en el Madrid de hace más de medio siglo

Amanecer en la Dehesa

 

He comentado ya en Brozas, como acto de contrición, algo ocurrido hace más de medio siglo, en la antigua sede de ABC del 61 de la calle madrileña de Serrano.

Un día también de primavera, pero en 1960, le dije al Director de ABC, el inolvidable Luis Calvo, que me iba a casar. Me dio la enhorabuena y me preguntó cortésmente por la novia: estudios, lugar de nacimiento, etc. “Es extremeña, de un pueblo de la provincia de Cáceres que se llama Brozas”, empecé diciéndole.

Luis Calvo, dibujo de Grau Santos

Se levantó de su asiento, indignado: “¿Cómo que de un pueblo que se llama Brozas? Tiene usted que saber –entonces los compañeros de trabajo, salvo raras y muy motivadas excepciones y por mucha que fuera la igualdad o diferencia de categoría, nos tratábamos siempre de usted– que la muy blasonada Villa de Brozas es nada menos que la patria del primer gobernador de América, Nicolás de Ovando; de muchos jefes y generales del ejército de España y, sobre todo, de Francisco Sánchez, El Brocense, el sabio insigne de nuestro Renacimiento. Como Da Vinci lo fue del toscano; del italiano, si usted quiere. A la vez astrónomo y gramático, profesor en Salamanca. ¿Usted conoce hoy día a quien pueda ser catedrático de Exactas y Letras a la vez? Ya no existen hombres universales como aquel Francisco Sánchez. Y hay muy pocos lugares en el mundo como, fíjese bien, la Gran Villa de Brozas y las dehesas de su, por cierto, extenso municipio”.

Y así durante quizá una hora, sumamente amena: la orden de Alcántara; la Catedralina; la Dehesa como bosque inteligente, prácticamente incombustible y no sólo productor de oxígeno sino acogedor alternativo de vacuno y de cerdo ibérico…

 

La "catedralina" de la Orden de Alcántara y la estatua de El Brocense

 

Cuando don Luis Calvo, nacido en La Carrera (Ávila) en 1898, se jubiló de la primerísima línea del periodismo español, existía la semanal Hoja del Lunes, de la Asociación de la Prensa de Madrid, que permitía el descanso dominical en todos los diarios de la capital (algo parecido ocurría en el resto de las provincias).

Allí publicó, semana tras semana, una serie de apasionados artículos sobre la lengua castellana y sus problemas de aquel momento.

Los firmaba con un seudónimo quizá sorprendente para muchos, pero no para mí: “El Brocense”.

 

JP

 

Primera Página

Sí, sí, "cuentos"...

La empresa pública

 

Aquel diablo de nivel siete, el señor García, tomó asiento en el sillón giratorio, de cinco patas con ruedas (según la normativa de la UE), tras la mesa de despacho de tamaño asimismo “siete A” (en los inventarios de la Casa). Llevaba en la mano el vaso de café de máquina, que depositó sobre un dinacuatro con membrete doblado en dos, con huellas de vasos y días anteriores.

Sus dos nalgas se acomodaron alternativamente, relajándose y distribuyéndose. Enseguida la espalda tomó contacto con el respaldo basculante, que cedió algo, lo justo. La coronilla de la cabeza persiguió la banda superior del respaldo y se apoyó ligeramente. Las rodillas se separaron y un suspiro, probablemente con un discreto olor a azufre, se produjo suavemente por debajo del rojizo bigote.

Sus manos se apoyaron sobre los nunca muchos expedientes del día. La derecha lucía un anillo con un solitario rubí en tanto que la izquierda solo mostraba el aro de casado.

Resignado a vivir otro día rutinario, presionó el botón del timbre.

Sólo una mitad de la puerta doble se abrió para permitir el paso de un ordenanza conduciendo a una joven soñolienta. El señor García hizo una seña a ésta con la mano del anillito, para que se sentara frente a él, en una de las dos sillas. Otra seña con los ojos al acompañante le encaminó hacia la puerta, que cerró tras sí.

Buscó entre los expedientes hasta encontrar uno que le pareció el idóneo.

–Tú eres Rosa.

–Sí, señor… Rosana.

–Rosana, llevas cerca de dos años acostándote con tu novio.

–Sí, señor (esta vez pronunciado siísñor).

Se hizo una pausa que la joven interrumpió con otro:

–Sí.

–Pero te has matado en un accidente de automóvil yendo con otro que, por cierto, ha resultado indemne.

–Sí, un amigo de mi novio. Ah, me alegro de que no le pasara nada.

–Y venías de hacer lo mismo que habitualmente con tu novio.

Siísñor.

–¿Alguna explicación?

Siísñor. El otro coche se nos echó encima…

–Sí, bueno. Quiero decir que por qué traicionaste a tu novio.

–Yo no he traicionado nunca a mi novio.

–Te acostaste con su mejor amigo.

–Ah, eso. Como ha dicho usted “traicionar”.

–¿Tu novio lo sabía?

–No, no señor… No le hubiera gustado.

–Aquí pone que con tu novio tus orgasmos se producían en el ochenta y ocho, ocho-ocho, por ciento de los encuentros; lo que sabrás que es un porcentaje más que razonable.

–¿Ochenta y ocho? Sí, puede ser. ¡Qué cosas pone aquí!

–¿Por qué sugeriste a Román, ¿no?, el amigo desde niños de tu novio que te llevara a la piscina de aquel hostal el día que –una breve consulta al expediente– Gustavo decidió quedarse a estudiar?

–No, no, perdone. Yo, yo, le dije a Gustavo que se quedara a estudiar, porque faltaban tres semanas para las oposiciones.

–Cuatro.

–Bueno, cuatro. Entonces él me insistió en que yo no dejara de ir a la piscina; que fuera con  Román y Lupe.

–Pero Lupe no fue.

–Yo le pasé el plan a Román. Luego Lupe no vino.

–¡Nadie se lo dijo a Lupe!

–Era la novia de él, ¿no? Se lo tenía que decir él. La bronca que deben tener ahora.

–Consideramos la traición una ofensa de nivel F.

–¡Dios mío!

–Señorita, aquí no se dice… eso. Di “caray” o algo así, en estos casos.

–Perdone.

–Bueno, podemos considerarla de nivel G.

–¿Eso es menos? Muchas gracias.

–Eres una chica agradable. A ver, levántate. –Y al tiempo le indicaba con la mano del rubí que se apartara un poco de la mesa y las sillas.

–Súbete un poco la falda. Bueno, no tanto. No llevas sujetador.

–No, nosñor. Para ir a… la piscina, casi nunca.

–Podría proponerte para trabajar de camarera en nuestro bar de ejecutivos y asesores, en la última planta; hacia abajo, claro.

–Oh, gracias.

–Llevan unas minifaldas muy graciosas. Las camareras, quiero decir.

–¡Qué bien!

–Ellos van siempre de traje. No sé lo que se cobra, pero están las propinas… Y tenéis una peluquería gratuita para vosotras en la misma planta, con maquillaje; al lado de la de los propios ejecutivos y asesores; claro que la de ellos tiene spa, y toda la pesca. Se os cubren los gastos de vestuario, incluida la ropa interior, hay diversos complementos: dedicación más o menos completa, quebranto de propinas, conocimientos técnicos de uso de cafetera, plus de transporte de bandejas, y todo eso; horas extra, claro. Y tres días libres a la semana.

–¡Qué bien!

–Y días, discrecionales, para asuntos propios. Bueno, y cada tres mil años, un milenio sabático.

–¡Qué bien! –Se dio cuenta de que se repetía. –Quiero decir, ¿qué se hace en todo este tiempo libre?

–Ah, pues, en el auditorio del edificio hay conciertos de música experimental contemporánea, proyecciones de películas de las cinematografías de Europa central y teatro de aficionados.

–¿Discotecas?

–Como es lógico, casi todas las noches acababan en demasiado alcohol y diferentes emparejamientos. Y fue considerado inmoral; se cerraron.

–Hombre, a mí tampoco me gusta eso de las orgías. No es que haya estado nunca en alguna…

–Bueno, dile al oficial de personal que me llame. “García, de Accidentes en Pecado, H a la K”. Ahora, ten en cuenta que tengo mucho trabajo hoy. –Y la mano de la alianza separó algo los pocos expedientes.

–Perdone. ¿Puedo hacerle una pregunta?

–Sí, adelante. –Y García pegó la espalda al respaldo.

–¿Esto es realmente “eterno”?

García cambió de postura; se acercó hacia ella, sobre la mesa:

–Verás. Nadie lo sabe. En el Boletín Oficial y en la propaganda decimos que sí, pero es difícil garantizarlo. –Bajó la voz. –Hay movimientos en contra.

–¿Se puede ligar?

–Si no se da qué hablar…

Rosana apenas contuvo un escalofrío.

–No hace aquí tanto calor como se dice.

–¡Qué va! Menudo problema. La instalación está fatalmente pensada y peor hecha. Y eso que costó más del doble de lo presupuestado, cerca del triple. Y esto es tan grande.

Rosana de dirigió hacia la puerta. Cerca ya de ésta se volvió.

–Señor…

–García. Dime.

–Señor García. No sé. No me parece tan malo todo esto. ¿Cuál es el truco?

–¿Perdón?

–¿Dónde está el problema? ¿Qué es lo infernal, lo… terrorífico?

–Pues yo creo que… –García se levantó y se puso a mirar las banderas que se erguían cerca del rincón derecho en palos acabados en puntas de lanza plateadas. –En fin, aquí no hablamos mucho de ello, pero… Lo malo de esto, lo que desmoraliza a los más débiles, hasta volver esquizofrénicos a algunos, es que… No hables a nadie nunca de esta conversación… Es que… Que nadie sabe para qué sirve.

 

JP

 

Primera Página

Retrovisiones

Siete sabios en el templo de Apolo

Para Joaquín Herrero, clara excepción a la "Regla de Bias-Ortega ", en su cumpledecenios.

Nos dice la Leyenda, tantas veces más certera que la atribulada Historia, que…

Por esta Vía Sacra de Delfos, en las estribaciones sur del monte Parnaso, en Fócida, hace más de dos mil quinientos años que progresan  trabajosamente siete hombres tenidos por muy sabios, ya de edad avanzada, procedentes de diferentes ciudades-estado de Grecia. Les acompaña el camarlengo del templo de Apolo, que les ha recibido ceremoniosamente en el puerto de Cirra.

Uno de ellos es Periandro, el segundo tirano de Corinto, que ha diseñado una depresión a lo largo del istmo, de modo que los barcos puedan ser deslizados, tirando de ellos, y así evitar rodear el Peloponeso; las tasas obtenidas le han  permitido abolir los impuestos.

También Cleóbulo, hijo de Evágoras, aquel hombre fornido, es el tirano de Lindos, en la isla de Rodas. Pide repetidamente a su pueblo que nunca transija con las posibles injusticias de sus subordinados.

Y aquél, quizá más barbado que los otros, es Solón, hijo de Execestides, un importante hombre de negocios y poeta. Es uno de los arcontes de Atenas, a pesar de haber nacido en Salamina. Ha renunciado a ser elegido tirano de los atenienses porque, aunque pueda ser bueno ahora, es algo que no tiene salida.

Quilón, hijo de Damageto, el espartano, hombre enjuto, es uno de los que se mantiene en silencio; aunque es el que menos necesita el aliento para la subida de pronunciado desnivel, entre los templetes de los Tesoros.

Tales, aquel incesante conversador jadeante, ha venido de Mileto, en el país de los jonios; allí sorprende oponiéndose a la explicación tradicional del origen de las cosas en las aventuras de los dioses. Diremos que es el primer filósofo y el padre de la ciencia.

Pítaco, hijo de Hirradio, uno de los más ancianos, al menos en apariencia, gobernó en Mitilene, en Lesbos, junto a Mirsilo, apoyándose en el pueblo llano más que en la nobleza.

El silencioso séptimo es Bías (o Biante), el concienzudo legislador de Priene; se dice que da más importancia a las leyes que a los hombres.

Pasan junto al casi subterráneo donde la Pitia Femónoe, sentada en el trípode profético, mastica laurel, respira las emanaciones que se filtran por una chasma desde las entrañas de la tierra sagrada y responde a quienes vienen, a veces desde muy lejos, con enigmáticas predicciones, que sus ayudantes proclaman en hexámetros. A ellos aquello no parece interesarles y siguen hasta el omfalos. ¡Buen lugar para descansar de la subida, el centro, el ombligo, del mundo!

Como niños, rodean sonrientes el pequeño monolito, con sus cambiantes adornos textiles, erigido en el lugar donde se reunieron las dos águilas puestas a volar por Zeus desde ambos extremos del universo.

Reanudada la ascensión, llegan por fin al pronaos, el pórtico del nuevo templo. Allí el sacerdote, elegido como los otros por el mismo Apolo en forma de delfín entre los marineros de Creta, les explica no sin sonrojo el propósito hasta ahora oculto de su invitación.

En los muros del pronaos hay espacios para que cada uno de los ellos dicte a las futuras generaciones lo esencial de su sabiduría. Les pide a cada uno una frase primordial; lo imprescindible de sus reflexiones sobre el sentido de la vida y la convivencia.

 Los siete se miran entre sí. Es el hasta entonces silencioso Quilón el que pronuncia clara y lentamente y luego escribe nerviosamente en una tablilla Hombre, conócete a ti mismo y así conocerás a los demás, a los dioses y todo cuanto hay en el universo. El clérigo negocia la brevedad del apotegma, que ha de ser grabado y mirado desde abajo; y así resulta  CONÓCETE A TI MISMO

 

 

Periandro musita: Es el estudio el que todo lo abarca. Como parece contradictorio respecto a lo dicho por el espartano, su vecino en la península, se decide por expresar un sencillo y oportunista EL DESCANSO ES BUENO.

Dice Cleóbulo: LA MODERACIÓN ES LO ÓPTIMO.

Solón precisa: NADA EN DEMASÍA. Tampoco el descanso ni la moderación en demasía, parece insinuar.

Tales se apasiona y propone: RECUERDA A TUS AMIGOS.

El anciano Pítaco, que ya se ha recuperado de la caminata, dice: ELIGE EL MEJOR MOMENTO.

Todas las miradas convergen ahora en Bías de Priene, que parece haberse apartado algo del grupo.

Es tu turno, Bías, hijo de Teutamides, le animan. Tus palabras nos han iluminado muchas veces. Habla a los siglos venideros, desde este lugar sagrado. Eres el único en todo el ámbito de la Anfictionía que merece realmente ser llamado sabio. ¡Toma la tablilla!

Como permanece en silencio, le recuerdan algunas de sus máximas: Se lento para empezar, pero enérgico para continuar. Se decente en tus silencios. Cuando joven, dedícate a la acción; y viejo, conságrate a la sabiduría.

Tras un momento que parece interminable, Bías toma, nervioso, la tablilla y el punzón; inscribe unas palabras; lo pasa al sacerdote. Éste lo considera para sí y mira preocupado al resto del grupo.

Delfos, todo el Parnaso, los olivares regalo de Atenea, algo más lejos el mar del envidioso y siempre vigilante Poseidón, el enorme aunque no infinito universo alrededor del omfalos, los dioses mismos y sobre todo las diosas, son los que parecen estar ahora en un silencio expectante.

Por fin, el hombre del templo lo comparte, remiso, con los demás.

Lee, trastornada la voz: LA MAYORÍA DE LOS HUMANOS ES  MALA.

 

   _______________

 

 

Pasan siglos y épocas históricas. En 1905 un joven español, ya doctor en filosofía, escribe a su padre, académico de la lengua y eminente periodista, desde Leipzig, donde está ampliando sus estudios. Lo hace con mucha frecuencia, compartiendo con él, más que sus observaciones acerca de aquella Sajonia y su vida y su trabajo allí, sus reflexiones sobre la patria en perspectiva:

…Ya ha pasado para mí la edad en que se tiene el ánimo suficientemente abierto y confiado para trabar amistades hondas… …En nuestra tierra es muy difícil tropezar con hombres buenos.

Firma sus cartas: Pepe.

Y es, efectivamente, el Maestro cuya clase -como dijo un estudiante al despedirlo al borde de su sepultura, en 1955- ha empezado: José Ortega y Gasset.

 

JP

 

Primera Página

LIBROS ESPECIALES

UNA EXTRAÑA CRONOVELA …

…del Madrid de la postguerra

 

Leo los bestsellers, de ficción o de no-ficción; considero que así como “algo tiene el agua cuando la bendicen”, algo encierran Sagan, Dawson o John Le Carré, cuando millones de lectores los aprecian. Y no suelen defraudarme.

Suponía, pues, que tarde o más tarde –debido a la acumulación de lecturas pendientes en mis estantes y tablets– leería Los niños que perdimos la guerra, el tan conocido y vendido título de Luis Garrido.

Al fin y al cabo, aunque sólo lo hubieran comprado lectores que hubieran perdido la guerra cuando niños, yo compartía este motivo. Incluso existió una foto mía muy parecida a la del niño de la portada, que Justa y su novio Ricardo (Justa era la “chica” que me sacaba a pasear por la Rambla y los jardines cercanos) pagaron de su bolsillo a un fotógrafo callejero de los de enorme cajón con largo brazo; y accesorios de caracterización, tales como los de pequeño miliciano.

Pensaron sorprender a mis padres. Y claro que les sorprendieron, pero la foto no fue destruida en el momento; se traspapeló y la encontré yo en los primeros cuarenta. Entonces sí que fue convertida por mi madre, a una pasmosa rapidez, en restos diminutos.

Los niños justificó su lectura y provocó la de su aparente secuela Un extraño vagabundo… …en el Madrid de la postguerra.

Así ha sido cómo he conocido a un formidable cronovelista español.

Llamo cronovela, naturalmente, a la fusión de crónica y novela. Si se me escapara el nombre de algún cronovelista sería el de Pérez Galdós (léase Miau, o su adaptación al teatro por Alfredo Mañas (que fue llevada a la escena por Manuel Canseco; con un magnífico Luis Escobar en el papel de Dios, que todo lo puede excepto ser recibido por un ministro español de la Restauración).

¿Cervantes? El Quijote es una magnífica novela, posiblemente la mejor de la literatura mundial, si se me permite barrer para casa. Es acerca de un fabuloso jugador de rol; del rol aprendido hasta la enajenación en los “libros de caballería”; y ello ocurre en un tiempo y en un lugar, perfectamente marcados.

La cronovela es de un tiempo y de un país.

Nuestra novelería picaresca se acerca más al concepto. Pero otros intentos notables se han quedado en la crónica anovelada, o la novela costumbrista o simplemente de época. Obras grandiosas en muchas ocasiones (Clarín, Cela, Valle), pero no exactamente cronovelas.

Ciñéndome al Extraño vagabundo, diré que me he encontrado con una obra asombrosamente animada. No por incluir “la busca”, como también Los niños, es preciso evocar a Baroja, como a juzgar por las solapas de sus libros ha hecho la crítica con Luis Garrido.

El arranque me recuerda más al de Remordimiento, de Ernst Lubitch, una fastuosa cronovela cinematográfica; también de una postguerra, por cierto. El título original era Canción de cuna interrumpida. Pueden verse sus dos primeros minutos, los del arranque, con subtítulos en castellano, en: http://www.youtube.com/watch?v=84WxGnM1f0g

En general, no sé como una obra tan “madrileña” como la de Garrido me recuerda por su construcción, más que a La Colmena o Divinas Palabras, a la novela centroeuropea de entreguerras; el Lajos Zilahy de Las armas miran atrás, por ejemplo.

Me refiero especialmente al Extraño Vagabundo… en el Madrid de la Postguerra, cronovela ejemplar que debo recomendar entusiásticamente a mis cuatro lectores.

JP

 

Pídalo por su ISBN: 978-84-9736-312-9

 

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