…y lo difícil permanece.

Ciudad visigoda de Recópolis, Guadalajara. Foto: Lola Fernández
Esta foto de Lola se une a los recuerdos de, por ejemplo, la Cartuja de Escala Dei, en el Priorato catalán.
En los arcos de medio punto, todas las piedras son claves. Aquellos canteros tenían una sólida (y nunca mejor aplicable este adjetivo) formación y una vigilada experiencia, adquiridas en los famosos gremios. Éstos eran, además de asociaciones de difícil ingreso, escuelas de formación profesional asimismo de nada fácil acceso y fuerte compromiso de secreto profesional. Formación y grado de experiencia que evidentemente no parecían necesarios para simplemente levantar muros.
Toda una lección en pie para nuestros jóvenes, que se nos dice que, durante la fiebre inmobiliaria, abandonaban sus estudios para trabajar como peones en la construcción.
Familias y jóvenes deben sacrificarse para que éstos den por terminados sus estudios y su formación lo mas tarde posible, y los estén aprovechando al máximo. Idiomas en vez de botellón. Formación Profesional Superior en vez de «peonaje y luego ya»…
Y luego ya, ¿qué? Difícil reconversión personal, desempleo, emigración de bajo nivel.
No puede volver a pasarnos. La maldición del «y luego ya» no debe transmitirse a otra generación.
Recordémoslo.
Nunca más.
JP