Este primer día del año 13 del Siglo Crítico es, además, martes.
Pero no hay que preocuparse. Además, ya sabemos que en otros países es el viernes el día de la semana que chirría con el 13.
De modo que, como si fuera cualquier otro día de cualquier otro año de cualquier otro siglo, hay que aprovechar que es festivo y, reconfortados por el concierto de año nuevo desde la Musikverein, disponernos a seguir aprendiendo, con el Proyecto Personal Inmediato de cada uno en pendiente rojo.
No importa la edad, el sexo, si se tiene o no un puesto de trabajo, si se es poco o muy autónomo, emprendedor o intraemprendedor (desde dentro de una empresa). Porque…
Un ejemplo para todos, un objeto de pensamiento para hoy:
Hace doscientos años y aunque se acaba de proclamar la constitución de Cádiz y está terminando nuestra «guerra de independencia», va a enlazar con ésta, en 1813, otro periodo desafortunado de nuestra historia, el reinado de Fernando VII; el rey conspirador, cautivo, deseado y felón, más o menos en este orden.
Uno de los pintores más vanguardistas de todos los tiempos, y asimismo uno de los más celebrados grabadores en planchas de metal, Francisco de Goya y Lucientes, está cerca de los ochenta años, y además muy sordo, agarrotado por la artrosis y aquejado de un tumor que le impide sentarse.
Exiliado, porque su espíritu avanzado es incompatible con el régimen absolutista.
Y sabe que ha aparecido una nueva técnica de impresión artística: la litografía, la grabación en planchas de piedra pulida.
Se aplica inmediatamente a su aprendizaje y, enseguida, a su innovación. Moratín le llama “el joven estudiante”.
En 1825, el expatriado asombrará ya en París con la originalidad técnica de sus litografías. Son “Los Toros de Burdeos”.
Un día de uno de aquellos años, con el lápiz litográfico y un carboncillo, nos, me, te, bosqueja este dibujo, que reposa ahora en el álbum G de El Prado:
JP
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